A veces miro a mi alrededor y siento como si mi vida estuviera en una especie de pausa, no se si les ha pasado, pero a mi a veces me sucede. Es que de pronto siento que mi vida nada tiene que ver con aquella imagen que tenía de como iban a ser las cosas, cuando tuviera 30, 31, 32, y así, yo creía que para esta edad ya habría cumplido TODOS mis sueños, y sin embargo me doy cuenta de que aún hay muchas cosas que quiero lograr, algunas de las que había soñado, y otras nuevas que apenas me estoy planteando, y simplemente me doy cuenta de que los sueños no se acaban nunca, y que no hay peor error que pensar que tendremos la vida perfecta cuando obtengamos tal o cual cosa, nos preparamos tanto para cierto momento que olvidamos entrenarnos para todo lo que viene después que que logremos nuestra meta, o para todo aquello que sucede antes de llegar a ella, como si toda nuestra vida solamente fueran esos minutos en donde abrimos el regalo con el que tanto hemos soñado.
Es como si un escalador entrenara toda su vida para subir a la cima del Everest, analizara todas y cada una de las posibles rutas para subir, comprara el equipo correcto para ascender, llevara provisiones para todo el ascenso, pero simplemente se olvidara que después de llegar a la cima, tendría que bajar de ella, y no hubiera planificado el viaje de regreso, como si estando en la cima no supiera como bajar, por lo que su única opción sería rodar y caer, y de esta forma arruinar lo estupendo de aquella experiencia. Y es que muchas veces así pensamos nosotros, que solamente vemos la vida como los momentos buenos, planificamos tanto el camino hacia el éxito, que nos olvidamos que en la vida, también hay momentos de calma en donde parece que nada pasa, aunque en realidad sean momentos de preparación, tan importante como el éxito mismo.
En mi caso me doy cuenta de que algunas metas siguen allí y no pasa nada con que se hayan retrasado un poco, finalmente sigo caminando, y estos momentos también forman parte del recorrido, por eso no me desespero, no me siento un fracaso, simplemente siento que me he tenido que ir adaptando a los distintos instantes de la vida, que estos momentos en donde parece que estoy en una meseta sin ascender, me sirven para analizar el recorrido, las estrategias, y ¿porqué no? también para descansar. Finalmente no tiene NADA de malo tomarte un respiro, evaluar las cosas, dedicarte un tiempo, disfrutar el momento, no todo tiene que ser una carrera desesperada rumo al éxito. Los escaladores, a veces necesitan un masaje para recuperarse, a veces necesitan un buen baño de agua caliente para relajarse, una buena comida para recuperar energía, y de esta forma retomar el ascenso en el momento correcto, así que por favor, hay que aprender a no sentirnos un fracaso cuando el éxito no haya llegado, solamente hay que aprender a distinguir porque estamos donde estamos, y si nuestro descanso ya ha durado el tiempo necesario, o si ya es momento de regresar a la acción y reconocer si no hemos retomado el camino porque estábamos planeando la estrategia, o porque teníamos miedo de no saber como llegar a la cima, porque si es así, en vez de tener miedo, hay que sacudirnos los temor y averiguar las estrategias, obtener los planos del recorrido, y prepararnos para el camino, después de todo los que están en la cima, también empezaron desde abajo. Nadie llega a la cima desde arriba, TODOS no importa quienes sean, tuvieron que haber despegado estando en la tierra.
Así que comienza tu recorrido, sin miedo a lo desconocido, que no habrá nada más maravilloso que determinar tu propio rumbo.
JESSICA WOOLRICH