Hoy cumple años mi hijo y por eso hoy me siento a escribir lo que él significa para mi y como ha cambiado mi vida desde el instante en el que supe que estaba embarazada. Quienes me conocen, saben que durante muchos años yo repetí una y otra vez que no quería tener hijos, incluso llegué a pensar en operarme, porque en ese momento me sentía incapaz de traer a esta vida a un ser inocente, el mundo me parecía un lugar muy cruel y yo no creía que pudiera llegar a ser una buena mamá, claro ahora veo todo eso como un tiempo muy lejano en el que mi dolor interno y mi falta de dirección, provocaban que no me sintiera merecedora de vivir una experiencia así. El tiempo pasó, poco a poco fui encontrándome y así buscando es que encontré mi camino, un camino en donde si bien no todos los días han sido luminosos, el 15 de marzo del 2013, me topé con la luz más grande y maravillosa que pudiera haberme imaginado, una luz cegadora, que solamente me permite ver lo bueno de la vida, atrás se quedó el miedo y esa forma de ver la vida como un lugar amenazador, para ver solamente un amor puro y maravilloso, por lo que me he comprometido a despertarme cada mañana con la firme intención y el propósito de ser el mejor ser humano que puedo llegar a ser, con la intención de buscar construir un mundo mejor para que él pueda disfrutar de las mejores cosas de la vida, y no me refiero a las cosas materiales, sino que pueda crecer en un mundo donde se derriben los prejuicios, se tiendan manos, se abracen las diferencias, se aprecien las opiniones, se respete la diversidad, ese es mi sueño para él, y es por eso que día con día, trato de compartir con el mundo lo que la vida me ha dado, lo que he aprendido de la vida, y lo que anhelo de ella. Hay días que cuando escucho del caos, el miedo busca regresar a mi, sin embargo miro su cara y entiendo que todo está bien, que en el mundo todavía hay esperanza, me aferro a pensar que somos muchos más lo que queremos algo mejor, y sé que no será fácil, pero también se que no hay imposibles, conozco de milagros porque los he visto de cerca, sobre todo porque tengo uno a mi lado.
Una cosa que he aprendido en estos tres años es que las circunstancias externas no pueden determinar tu felicidad, uno no puedo controlar todas y cada una de las situaciones de la vida diaria, pero si puedes controlar el como reacciones a ellas, puedes pensar cosas positivas, para crear un futuro mejor, puedes sonreír y aferrarte a la esperanza de que todo estará bien, cuando parezca que no lo está, y puedes ver las adversidades como pruebas para lograr los más grandes aprendizajes de la vida, esa es la verdadera clave de la felicidad. Cuando te das cuenta de que detrás de la falta de dinero, o de los kilos de más, o del tráfico, o de una ruptura sentimental, o de cualquier otra cosa más, la vida sigue manteniéndose expectante para quien decide apoderarse de ella sintiéndose creador y no víctima. Lo aprendí cuando tuve que dejar atrás lo construido y empezar de cero, fueron momentos difíciles, y las lágrimas fueron detenidas cuando vi que durante ese cambio tenía los más importante de mi vida a mi lado, un niño que iba a aprender de mi a como reaccionar ante los problemas de la vida. Por eso decidí que debía enseñarle que al mal tiempo buena cara, y que no hay problema que pueda vencer a un alma decidida a seguir caminando.
Eso es lo que en estos tres años un pequeño niño me ha enseñado.
Una cosa que he aprendido en estos tres años es que las circunstancias externas no pueden determinar tu felicidad, uno no puedo controlar todas y cada una de las situaciones de la vida diaria, pero si puedes controlar el como reacciones a ellas, puedes pensar cosas positivas, para crear un futuro mejor, puedes sonreír y aferrarte a la esperanza de que todo estará bien, cuando parezca que no lo está, y puedes ver las adversidades como pruebas para lograr los más grandes aprendizajes de la vida, esa es la verdadera clave de la felicidad. Cuando te das cuenta de que detrás de la falta de dinero, o de los kilos de más, o del tráfico, o de una ruptura sentimental, o de cualquier otra cosa más, la vida sigue manteniéndose expectante para quien decide apoderarse de ella sintiéndose creador y no víctima. Lo aprendí cuando tuve que dejar atrás lo construido y empezar de cero, fueron momentos difíciles, y las lágrimas fueron detenidas cuando vi que durante ese cambio tenía los más importante de mi vida a mi lado, un niño que iba a aprender de mi a como reaccionar ante los problemas de la vida. Por eso decidí que debía enseñarle que al mal tiempo buena cara, y que no hay problema que pueda vencer a un alma decidida a seguir caminando.
Eso es lo que en estos tres años un pequeño niño me ha enseñado.
JESSICA WOOLRICH