A veces en la vida no es fácil comprender porque suceden ciertas cosas, bueno no solamente a veces, en mi caso es casi todo el tiempo, porque suelo toparme en el camino con giros inesperados, que al principio son rechazados por mi, por presentarse sin haber estado planeados, sin embargo con el tiempo, me he dado cuenta de que todo en mi vida, tuvo una razón de ser. Incluso lo malo, porque puedo decir que en verdad me he tropezado centenas de veces, a veces son tropiezos pequeños, que nadie nota más que yo, por lo que me es fácil retomar mi paso y seguir caminando, pero muchas veces he caído de forma tan estrepitosa que el dolor y las heridas, principalmente las emocionales, han hecho que levantarme no me sea fácil, pero ahí tirada en medio de mi camino, recuerdo que me daba cuenta que tenía dos opciones, mantenerme inerte, sin levantarme, sin soñar, pero también sin vivir, o buscar la manera de regresar a disfrutar y a aprender de mi vida, por eso me secaba las lágrimas, sobaba un poco mis golpes, y después poco a poco lograba ponerme de pie, y así estaba de vuelta a la vida, sin embargo hoy que recuerdo todas esas caídas, también puedo darme cuenta de que algunas de ellas yo ya las tenía previstas, antes de dar el paso que me llevaba al suelo, solía pensar me voy a caer, pero pensaba que detenerme podía frenar mi vida, o mi impulso, así que seguía andando con la esperanza de esquivar el tropiezo y poder seguir caminando. Y al final caía.
Sin embargo así no me sucedió el día de hoy por qué, cuando sentí que estaba por caer, me detuve, no recordé el impulso, no me preocupé por perder el tiempo simplemente me paré y me doy cuenta que no me equivoqué, parar no es errar, es analizar, meditar, es darte el tiempo suficiente para poner las cosas en una balanza, para analizar las curvas del camino, los atajos, o escoger uno de los dos caminos que podemos tener ante nosotros. Recordando mis caídas, me di cuenta de que yo suelo ser de las personas que primero caminan y luego analizan, pero hoy algo en mi me hizo hacerlo al revés, y creo que no me he equivocado, porque con lo que he aprendido a lo largo de mis años, me doy cuenta que si, es verdad que me puedo levantar, pero prefiero mil veces no caer. Al menos no hoy, al menos no después de haber analizado que podría haberme ido de frente a un precipicio. Y aunque no fue una caída, he aprendido una nueva lección en la vida, es increíble andar, ver paisajes, recorrer senderos, pero también es no sólo válido sino indispensable que de vez en vez nos detengamos a analizar hacia donde es que estamos caminando, y si nos damos cuenta que estamos coqueteando demasiado cerca de un barranco, es mejor buscar una nueva ruta, en donde no arriesguemos todo aquello por lo que hemos luchado tanto.
Así que la próxima vez que vayan muy rápido por la vida, busquen una silla, acomódense y dense oportunidad de analizar las consecuencias de sus pasos, sopesen los pasos, los riesgos, los beneficios y después de haber analizado ahora si regresen con más fuerza al camino elegido. Recuerden que no siempre el vencedor es el que llega pronto, sino el que durante el trayecto ha aprendido que es mejor escalar que correr, que es mejor aprender que negar, y que no hay nada más hermoso en la vida que valorar el camino y luchar por él.
JESSICA WOOLRICH