Hace unos quince años más o menos, estaba con mi familia de vacaciones, cuando íbamos caminando por la playa de Venice Beach, rodeados de toda clase de personas, cuando ahí en medio de la calle vi a un hombre que hasta hoy no he podido olvidar, en sus manos tenía un letrero que anunciaba abrazos gratis, recuerdo que me quedé muy confundida porque no comprendía que pretendía ese hombre, vi su enorme sonrisa y por un momento pensé en acercarme a él, y darle un abrazo, pero pudo más mi miedo y me seguí de largo. Y hoy después de tantos años sigo arrepentida al no haberme dado la oportunidad de recibir una muestra de cariño desinteresado y tan singular, hoy me doy cuenta de cuantas veces en la vida me he privado de cosas positivas a causa del miedo, esa ocasión me quedó muy grabada, pero como ese hay muchos otros momentos en la vida en el que tomamos decisiones basadas en el miedo y de esta manera nos alejamos del camino de la felicidad, cuando nos quedamos con la persona equivocada por miedo a estar solos, cuando aceptamos un trabajo que no nos llena por miedo a la falta de dinero, cuando elegimos la carrera equivocada porque creemos que la que sentimos es nuestra verdadera vocación no será muy bien remunerada, cuando pedimos perdón sin saber el porque lo hacemos solamente para complacer a alguien, cuando decimos si y en verdad queremos decir no, y así la lista sigue y sigue, y es que la mayoría de nosotros hemos aprendido a convivir con nuestros miedos y demonios y en vez de enfrentarlos, simplemente los hemos ido disfrazando, y le ponemos etiquetas de "porque somos precavidos", "cuidadosos" "educados" "agradables" entre otros adjetivos más, pero eso si nunca podremos ponernos un letrero grande que diga "TENGO MIEDO" porque si lo hacemos entonces ya no podremos esconder esos miedos y tendremos que enfrentarnos a ellos, y entonces seguramente nuestra vida sería maravillosa, dejaríamos atrás las frustraciones, los rencores, los arrepentimientos y viviríamos con plenitud de decisión, pero quizás a eso sea a lo que le tememos.
Es que pienso que tal vez a lo que más le tememos en la vida es a crecer, a madurar, a subir de peldaños, porque vemos la montaña frente a nosotros y a+u cuando sabemos o nos imaginamos del gozo que viviremos en la cima, aún así ponemos las cosas en una balanza, y preferimos no subir los peldaños, no escalar, y quedarnos en el confort del abismo y de la obscuridad, aunque en mi caso he decidido que quiero pararme en la cima, quiero levantar los brazos y celebrar mi victoria, quiero ver las nubes, las estrellas, quiero alcanzar mis sueños, quiero no volver a arrepentirme cuando alguien quiera darme alguna cosa positiva en la vida, por eso si el día de mañana veo a alguien con un gran letrero ofreciendo un abrazo, correré a recibirlo, porque estoy preparada para recibir las mejores cosas de la vida, y si mañana me ves en la calle, puedes pedirme un abrazo que estaré feliz de dártelo.
Y al dártelo a ti, estaré recibiendo grandes cosas para mi.
JESSICA WOOLRICH