Nacer sin brazos y sin piernas podría ser un impedimento para la mayoría de las personas para llegar lejos en la vida, su incapacidad para lograr sus sueños residiría no en la carencia de sus partes, sino en la creación de barreras mentales, que son el enemigo más grande de los sueños del hombre. Sin embargo hay un hombre que todos los días recorre de punta a punta las calles de la Ciudad de México, manejando un automóvil, sin brazos, ni piernas, pero con tanta determinación e intención, que su "carencia" no es un impedimento sino solo un de las muchas características que posee, característica que por cierto no lo define, sino que lo empodera para demostrar su tenacidad y la capacidad que tiene para lograr lo que normalmente pensamos que es imposible. Manejando un Uber, esta hombre desafía nuestra mente, que tiende a encerrar nuestras capacidades en una pequeñísima burbuja, dejando afuera las millones de posibilidades que tenemos, si tan sólo entendiéramos que los límites solamente existen en nuestras mentes.
A través de un amigo que tuvo la fortuna de ser una pasajero de este joven, es que conocí su historia, y al ver su enorme y contagiosa sonrisa, me di cuenta de que ese hombre ha descubierto el secreto de la vida, ese "secreto" que no es que sea algo desconocido para los seres humanos, sino simplemente es algo que olvidamos, y es el hecho de que podemos lograr TODO lo que nos propongamos en la vida, mientras dejemos nuestros miedos de lado, y deshechemos de nuestro vocabulario la frase de NO PUEDO. En mi caso en particular es una frase que se había convertido en una respuesta automática para casi cualquier cosa en la vida, me era más fácil decir que no podía algo que intentarlo, y lo hacía porque tenía miedo de intentarlo, pero como todo en esta vida es una balanza, me case con un hombre que no acepta un no puedo por respuesta, y he ido descubriendo que puedo más de lo que creo, que entre dos podemos subir cargando una lavadora hasta el tercer piso, por una escalera de caracol y un espacio súper reducido, primero dije no puedo, como siempre, como lo había hecho durante 35 años de vida, pero al no tener otra opción, me di cuenta no solo de que si podía, sino que fue maravilloso para mi, ver mi lavadora instalada, no porque ya no tuviera las montañas y montañas de ropa por lavar, sino porque me daba gusto sentir que si se puede, que los retos valen la pena, que ese día fue sólo una lavadora, pero mañana podré escalar montañas, montar caballos, escribir un best seller, simplemente creyendo y creando.
Claro, uno podría pensar que evidentemente no es lo mismo conducir un auto sin piernas ni brazos, que subir entre dos una lavadora, y por supuesto que entiendo que no es lo mismo, y no lo comparo, pero lo que si es lo mismo, es el hecho de que si nos decidimos a hacer algo que creíamos que no íbamos a poder, entonces lograremos hacerlo, simplemente porque nuestro único impedimento era el miedo.
Por eso el día de mañana que sientas que no puedes lograr algo, recuerda a Rafael, el chofer de UBER que conquistó su mente y de esta manera alcanzó uno de los muchos objetivos que seguramente se pondrá todos los días en su vida, después de todo ya demostró que no hay fronteras, ni miedos tan grandes que no puedan ser superados por una férrea determinación y las ganas de lograr lo que algunos piensan que es imposible.
JESSICA WOOLRICH