lunes, 23 de mayo de 2016

LA ÚNICA OPINIÓN


      Alguien me preguntó que si no me daba miedo confiar tanto en la gente, que si no temía sufrir una decepción muy fuerte al no ser precavida y entregarme al cien por ciento en la vida. Y sin pensarlo mi respuesta es no, no tengo miedo del futuro, de lo que pueda pasar, lo único que me interesa es vivir al máximo mi presente, porque eso es lo único que tengo. Hace algún tiempo tomé una decisión que ha sido crucial en mi vida, y es el hecho de que yo siempre iba a ser como quiero ser, sin preocuparme por lo que puedan hacer, pensar, decir u opinar los demás, porque a final de cuenta a mi alrededor hay más de 7 billones de personas, y complacerlas a todas sería imposible, así que elegí complacer a la única persona que puede hacerme feliz o infeliz; a mi misma. Decidí que si los demás me fallaban, me traicionaban, o me engañaban, sería por SUS ELECCIONES, mientras que sería por mis elecciones el permitir que sus fallos me afecten o no,  me lastimen o no, sería mi decisión no futurizar en lo que pueda pasar, y enfocarme en lo que pasa. Sería mi elección de vida no vivir pensando en lo malo que pueda traer el futuro, sino en lo maravilloso que puede ser mi presente. De esta forma he dejado de hacer responsables a los demás por mis emociones,y mis acciones, y al hacerlo, me he vuelto una persona muy feliz.

      Claro no todos los días es fácil decir vivo cien por ciento en mi presente, no me dejo llevar por mis pensamientos, no me voy a dejar influenciar por las opiniones, etc, pero como mi intención siempre es seguir como la ELECCIÓN de vida que he tomado para mi, me es más sencillo retomar mi camino, cuando por unos instantes me he salido de él, después de todo he aprendido que no hay voz que se escuche más fuerte y constante que la de nuestro interior, y si me dejo llevar por esas otras voces ajenas que SIEMPRE tienen la opinión en la punta de la lengua, como si tuvieran el mapa exacto por donde dirigir nuestros pasos para llegar al tesoro tan anhelado por toda la humanidad: el tesoro del secreto de la felicidad. Y hasta donde yo sepan ninguno de nosotros sabe a ciencia cierta el camino, por eso no es sano ir caminando los caminos que otros nos exijan o digan, si ellos en realidad supieran a ciencia cierta cual es la ruta correcta, créanme que no seguirían caminando, sino ya estarían plantados en la meta.

      Por eso el día de mañana que quieras callar tu voz interior por escuchar las opiniones de los demás, recuerda que tanto ellos como tú, aún están a medio trayecto, por lo que no te detengas y sigue andando, y no confundas tender la mano, con dirigir los pasos, que no está mal pedir ayuda, pero lo que si no te puedes permitir, es que después de ser ayudado no te de la oportunidad de seguir andando.


JESSICA WOOLRICH


lunes, 16 de mayo de 2016

LA VOZ DEL EGO


        Hace unos días tuve una discusión con una persona muy querida para mi, si hubiera actuado como acostumbré a hacerlo a lo largo de mi vida, esa discusión se hubiera convertido en un problema importante, sin embargo algo en mi ese día me hizo actuar diferente. Ese algo que sólo ocurre cuando uno comienza a centrarse y a conectarse con el presente, con lo que es, y con las cosas que de verdad importan en la vida.  Por un momento estuve a punto de escuchar a mi ego que me decía, pelea, reclama, gana, derrota, enfrenta, humilla, y haz lo que sea necesario, para demostrar que TÚ eres quien tiene la razón, sin embargo ELEGÍ escuchar esa otra voz, esa voz que intuye, que ama, que conecta, que trasciende, esa voz que me dijo calma. Y así lo hice, me detuve, respiré un par de veces y me di cuenta que en el fondo yo no estaba enojada, lo que a mi me estaba molestando es que esa persona estaba molesta, sin embargo, me di cuenta que eso, no tenía porque afectarme a mi, porque yo ELEGÍA seguir mi día contenta, sin problemas, en paz y calma, la otra persona tendría que lidiar con sus propias emociones. 

         Y es que muchas, muchísimas veces en la vida, nuestro ego hace que vayamos cargando con las emociones externas, en vez de enfocarnos única y exclusivamente con aquello que nos concierne: con nuestro interior. Si nos topamos en medio del tráfico con una persona histérica en unos momentos permitiremos que esa persona nos contagie con su frustración, y al rato el ambiente colectivo es un desastre al que se suman más y más personas. Lo mismo sucede con la guerra, en la que un problema que empieza como algo ajeno a nosotros, comienza a crecer como una bola de nieve, hasta que un gran número de personas, se siente parte de algo, que pudo haberse solucionado a través de las palabras, la comprensión, el diálogo, el entendimiento y sobre todo el perdón. Pero que finalmente se transforma en una psicosis que es capaz de desatar o despertar los actos más bajos que un ser humano puede cometer. Todo porque ambas partes del conflicto, o al menos una de las partes, no se detuvo a buscar una solución pacífica. que no estuviera impulsada por el ego, por las ganas de estar arriba, por las ganas de demostrar un poder mayor, etc. Y así se nos va la vida en vivir impulsados por las emociones externas, y no por los procesos internos en donde es uno quien tiene el control.
         Ese día me di cuenta de la importancia de elegir la calma, porque esa discusión, en menos de un par de horas se disipó dejando ver las soluciones, y el amor. Manteniendo la calma, permití que un problema, que pudo durar días o semanas, se solucionara en tan solo unas horas. Por eso el día de mañana que esté en medio de un pleito, recordaré que la voz de mi ego habla muy fuerte, pero es la voz de mi corazón la que siempre tiene la solución.

JESSICA WOOLRICH

lunes, 9 de mayo de 2016

CARRERAS Y METAS


        Mi hijo tiene tres años, a mi me gusta hacer deporte, pero nunca he sido maratonista ni mucho  menos, pero aún así lo incribí a una carrera, que yo sabía no correría, si acaso la terminaría más porque yo fuera a su lado, medio cargándolo, medio jalándolo, y motivándolo, y sin embargo lo inscribí, el primer lugar se llevaría un ipad, lo cual sería un excelente regalo más para mi que para él, al ser el más pequeño de su categoría, yo estaba seguro que no se lo iba a llevar, pero aún así lo inscribí, no él ni yo teníamos tenis para correr, y el calor estaba infernal en esos días, pero con todo y todo lo inscribí. Había muchas razones para que no lo inscribiera, pero me di cuenta de que para mi, esas razones estaban siendo más bien excusas o justificaciones, para no hacer el esfuerzo, para no llevarlo, para no gastar dinero, aún cuando yo sabía que el resultado final de la carrera a corto plazo sería que mi hijo se iba a divertir, iba a disfrutar un evento nuevo, lleno de niños, de risas, de juego, de diversión. Pero lo que más me importó fue el resultado a largo plazo, mi intención es enseñarle a mi hijo que la vida está llena de metas, que las carreras no son competencias con los demás, sino caminos en los que elegimos como andar, la velocidad, el paso, el objetivo. Carreras, y caminos en donde a veces vale más la pena detenerse a observar el paisaje, que llegar pronto a la meta. Carreras en donde el premio final no es el primer lugar, sino la satisfacción que tenemos de elegir nuestros pasos. Metas que a veces se verán lejanas, pero con nuestros pasos nos iremos acercando. Obstáculos, excusas, justificaciones, que nos alejan del camino, un camino que sólo podemos retomar si nos encaminamos de nuevo hacia él.


        Pero sin duda alguna, lo más importante que le quiero enseñar a mi hijo sobre una carrera, es la palabra elección, el hecho de que tenemos la capacidad de elegir caminos, carreras, metas, trayectos, andares, elegir la velocidad de nuestros pasos, elegir los trofeos y preseas, la forma en que cruzaremos la meta, la manera en que apreciaremos el camino, en que nos recuperemos de las derrotas, en que aceptaremos los triunfos, en que nos tendamos la mano con los competidores, la forma de vivir nuestra vida. Por eso lo inscribí, para correr a su lado su primer carrera por la vida, porque el día de mañana el elegirá su destino, y a mi sólo me quedará esperarlo en la meta.

JESSICA WOOLRICH

lunes, 2 de mayo de 2016

EL SONIDO DE MI INFANCIA


         Hace unos días fui a un rancho con mi familia, son de esos días que no tenía ganas de salir de mi casa,  tenía ganas de no toparme con nada, tenía planeado sentarme a escribir, y nada más. A mí eso de que me cambien mis planes nunca me ha gustado, soy muy cuadrada para eso, y ahora veo que está mal, pero bueno al final dije voy a pasar un buen momento y como últimamente he tratado de conectarme mucho más con la vida, y con mi interior de cómo lo hacía antes, pensé que tal vez tenía que ir a encontrarme con algo importante, así que fui, en cuanto entramos me topé con mi niñez, y mi corazón se estremeció, porque entendí porque tenía que estar allí. Frente a mí, un  hermosísimo pavo real azul, iguales a los que mi abuelo tenía en su casa en Cuernavaca, esa casa que en mi memoria es el bastión de mis alegrías, de mis fantasías, de mi fantástica niñez. Esa casa que es sinónimo de amor, de cariño, de risas, ver allí al animal favorito de mi abuelo Julián fue como tenerlo allí en persona frente a mí, fue una manera de recordarme que la vida está allá afuera, y no en el confort de mi cama, me recordó que mi hijo también debe de recorrer el mundo de la misma forma en que lo hice yo, con mi imaginación. De pronto mientras le enseñaba el pavo real a mi hijo y le contaba de su bisabuelo, fue como si él escuchara mis pensamientos, y comenzó a “cantar” con ese sonido tan peculiar que lo identifico como el sonido de mi infancia, y luego otros pavos que yo no había visto se sumaron al canto en honor al abuelo, que trabajo toda su vida para construirle a su familia un castillo de sueños.

        Hoy que aquel abuelo maravilloso ya no está conmigo gracias al sonido de unos pavo reales aprendí una lección muy valiosa para mi vida, y es que nuestra vida está hecha de momentos  constantes, lo que guardamos en ella, es en lo que nos convertimos hoy, si guardamos risas,  alegrías, belleza, felicidad, aprecio, gozo, construiremos caminos que al transitarlos nos hagan disfrutar, mientras que si en nuestra memoria guardamos las caídas, los errores, los reproches, la insatisfacción y la crítica, nuestro camino nos llevará directo al abismo. Por eso en ese instante decidí que quería ayudarle a mi hijo a que en su memoria guardara instantes mágicos, y eso no se logra añorando lo que no tenemos sino disfrutando lo que podemos, no se añora encerrándonos en nosotros mismos, no se aprecia si no nos lanzamos de lleno a la vida, y abrimos los ojos para ver lo más hermoso que esta tiene para ofrecernos. No se conoce si no permitimos o no nos amoldamos a nuevos planes, si no somos flexibles y fluimos, dejándonos llevar por los instantes, por los segundos, después de todo, no somos una agenda automática, que para ser feliz, tiene que cumplir con cierto itinerario.  Y es lo mismo con las circunstancias de la vida, no podemos querer ser tan controladores con lo que ocurre a nuestro alrededor, a veces en lo inesperado, están las sorpresas más hermosas, o las lecciones más necesarias.

        Por eso el día de mañana cuando mi impulso me lleve a aferrarme a un plan  estoy segura que recordaré que los planes de la vida suelen darnos mayores sorpresas, estoy segura que recordaré al grupo de pavo reales que con sus cantos, me hicieron volver a disfrutar de aquellas inolvidables tardes en la casa de mi abuelo.

JESSICA WOOLRICH