Mi hijo tiene tres años, a mi me
gusta hacer deporte, pero nunca he sido maratonista ni mucho menos, pero aún así lo incribí a una carrera,
que yo sabía no correría, si acaso la terminaría más porque yo fuera a su lado,
medio cargándolo, medio jalándolo, y motivándolo, y sin embargo lo inscribí, el
primer lugar se llevaría un ipad, lo cual sería un excelente regalo más para mi
que para él, al ser el más pequeño de su categoría, yo estaba seguro que no se
lo iba a llevar, pero aún así lo inscribí, no él ni yo teníamos tenis para
correr, y el calor estaba infernal en esos días, pero con todo y todo lo inscribí.
Había muchas razones para que no lo inscribiera, pero me di cuenta de que para
mi, esas razones estaban siendo más bien excusas o justificaciones, para no
hacer el esfuerzo, para no llevarlo, para no gastar dinero, aún cuando yo sabía
que el resultado final de la carrera a corto plazo sería que mi hijo se iba a
divertir, iba a disfrutar un evento nuevo, lleno de niños, de risas, de juego,
de diversión. Pero lo que más me importó fue el resultado a largo plazo, mi
intención es enseñarle a mi hijo que la vida está llena de metas, que las
carreras no son competencias con los demás, sino caminos en los que elegimos
como andar, la velocidad, el paso, el objetivo. Carreras, y caminos en donde a
veces vale más la pena detenerse a observar el paisaje, que llegar pronto a la
meta. Carreras en donde el premio final no es el primer lugar, sino la
satisfacción que tenemos de elegir nuestros pasos. Metas que a veces se verán
lejanas, pero con nuestros pasos nos iremos acercando. Obstáculos, excusas,
justificaciones, que nos alejan del camino, un camino que sólo podemos retomar
si nos encaminamos de nuevo hacia él.
Pero sin duda alguna, lo más
importante que le quiero enseñar a mi hijo sobre una carrera, es la palabra
elección, el hecho de que tenemos la capacidad de elegir caminos, carreras,
metas, trayectos, andares, elegir la velocidad de nuestros pasos, elegir los
trofeos y preseas, la forma en que cruzaremos la meta, la manera en que
apreciaremos el camino, en que nos recuperemos de las derrotas, en que
aceptaremos los triunfos, en que nos tendamos la mano con los competidores, la
forma de vivir nuestra vida. Por eso lo inscribí, para correr a su lado su
primer carrera por la vida, porque el día de mañana el elegirá su destino, y a
mi sólo me quedará esperarlo en la meta.
JESSICA WOOLRICH