lunes, 23 de noviembre de 2015

LA INTOLERANCIA NO ES SUBJETIVA

           Siempre me ha llamado la atención cómo los seres humanos pedimos respeto, al tiempo que no lo damos, pensamos que alguien más está obligado a ser benevolente con nosotros, aún cuando nosotros no lo seamos. Porque no nos damos cuenta de la importancia de ser tolerantes y respetuosos con aquéllos que piensan y actúan de forma diferente a la nuestra, cómo hoy en día muchas personas se declaran en contra del bullying, al tiempo que quizás sin darse cuenta,  ellos mismos cometen actos en donde critican a quienes son diferentes a ellos, ya sea por su tono de piel, su religión, sus preferencias sexuales o políticas, su gusto musical o su fisonomía. Son pocos los que se dan cuenta que con sus críticas generan intolerancia y la intolerancia genera enfrentamientos y bueno, está de más decir lo que los enfrentamientos logran desencadenar.


         El otro día estaba platicando con un amigo que es gay, acerca del respeto a sus derechos, a sus elecciones y en general a su persona, me señaló lo importante que era para él que las personas se dieran cuenta de que él, como cualquier otro ser humano merece respeto, me contó de lo cansado que está de los insultos y de los comentarios despectivos en torno a la comunidad gay, así que le pregunté si se daba cuenta de como por un lado exigía respeto a su comunidad, pero por el otro tenía una forma excesivamente despectiva e incluso insultante para referirse a las personas con sobrepeso, y para quienes escuchan música de banda, su respuesta fue inmediata, "...bueno pero ellos eligen ser así". Entonces, ¿se trata de ser intolerantes con quienes deciden ser diferentes a nosotros, pero si debemos practicar la tolerancia hacia quien no lo decide? en mi punto de vista, esto es lo más absurdo que he escuchado. La tolerancia y el respeto no pueden ser subjetivos, no puede verse como algo que hay que hacer cuando nos conviene y nos parece bien, y cuando no nos parece entonces nos sentimos con el derecho moral de señalar a aquellos que son diferentes, incluso hay quienes  lo ven casi como una obligación. Si creemos que el respeto debe verse de esta manera, entonces casi estamos justificando el hecho de que los terroristas ataquen a quienes tienen una creencia diferente, porque al final de cuentas están atacando a personas que eligen profesar otra religión, seguramente, estas personas cegadas por su intolerancia, encuentran excusas para sus actos atroces. Y claro eso es un extremo de la intolerancia, pero con esto quiero decir, que NO PUEDE EXISTIR UNA JUSTIFICACIÓN PARA SER INTOLERANTES. Porque entonces cada ser humano va a manejar el respeto a los demás como mejor le plazca y el mundo se convertiría en una batalla campal.


          Por ejemplo, yo tengo casi quince años de ser vegetariana, pero esa es una elección personal que nada más me corresponde tomar a mi, y no creo que deba de ir por el mundo viendo como asesinos a quienes comen carne, porque ellos tienen su elección y yo tengo la mía, ellos deciden ser carnívoros y punto, no se trata de verlos como enemigos, porque no es así, se trata de darse cuenta de que ellos eligen cosas diferentes y nada más. Claro, hay que aclarar, no es que yo diga soy tolerante con quienes torturan y asesinan, porque no es así, esas personas necesitan aprender muchas cosas, pero ese es otro tema. El punto es que cada día veo en las redes sociales, como hay quienes a través de bromas, y ataques que se esconden en declaraciones y mensajes aparentemente inocentes, desprecian lo diferente. Cada día leo como quienes escuchan rock menosprecian a quienes escuchan banda, quienes son ateos señalan a los cristianos y viceversa, como se burlan del peso de algunas personas, cómo los de un partido político despedazan a los del otro, y así puedo seguir, con equipos de fútbol, con quienes cambian o no su foto de perfil por la de una bandera, o por cualquier cosa. El caso es que no hemos llegado al punto en el que le permitamos a los demás seres humanos a explorar su unicidad y apreciar las diferencias, que finalmente son parte de esta tierra. En el que logremos debatir con respeto, sin insultos, sin ofensas ni burlas, en el que uno pueda dar su punto de vista y escuchar el del otro.
      Así que habríamos de cuestionarnos si nuestras acciones son o no intolerantes, y si estamos respetando el derecho de los demás, de ser quienes ellos eligen ser.

JESSICA WOOLRICH