Llega un momento en la vida en donde nos encontramos en una encrucijada, en donde los caminos convergen y debemos de tomar una decisión, en donde por un lado tenemos un camino igual al que siempre hemos andado, con las mismas personas, los mismos hábitos, los mismos parajes, mientras que el otro camino que se nos presenta es un camino incierto, distinto al que hemos recorrido, donde habrán nuevas experiencias, con personas nuevas, y muchos, muchos retos. Un camino que en resumen nos impone y da miedo. Sin embargo este nuevo camino que tanto nos impone, también nos atrae, nos da curiosidad, y algo en nuestro interior nos impulsa a seguir por este sendero, porque en el fondo sabemos que ya no somos la misma persona que tiempo atrás eligió el camino viejo, nos damos cuenta de que durante el trayecto, las caídas, los paisajes y aprendizajes hicieron que algo dentro de nosotros cambiara y aprendimos a ver la vida de forma diferente. Sentimos un enorme agradecimiento porque en el viejo camino aprendimos muchas lecciones, sobre todo aprendimos que aún cuando nunca tendremos certeza de a donde nos llevará exactamente nuestro siguiente paso, si sabemos que dentro de nosotros tenemos todo lo necesario para continuar nuestro viaje, siempre y cuando no nos dejemos vencer por el miedo.
El problema es que muchas veces no solamente tenemos miedo de lo incierto del camino desconocido, sino que también tememos dejar lo conocido, lastimar a las personas que nos acompañaron, herirlas cuando les digamos que emprenderemos algo diferente, tememos darle la espalda a lo que fue, creyendo que al empezar algo nuevo estaremos rechazando lo viejo, pero esto no es así. La vida está llena de ciclos, unos empiezan, otros continúan y otros tantos se acaban, y quienes caminan lo saben, mientras que aquellos que temerosos se quedan estáticos, desconocen que allá afuera hay un mundo por recorrer, aventuras por conquistar, sueños por lograr, pero al hacerlo no quiere decir que desprecies tus recuerdos, solamente que así como el árbol en primavera deja que nuevas hojas colmen sus ramas, así también para nosotros hay un momento en el que tenemos que crecer, y dejar que nuevas experiencias y personas nos rodeen, en el que no podemos quedarnos atados al pasado, en el que tampoco podemos hacer más lentos nuestros pasos, solamente para que quien en algún tiempo fue a nuestro ritmo, hoy no se sienta traicionado. Porque hay que recordar que en esta vida, cada uno de nosotros es responsable única y exclusivamente de sus propios pasos, de elegir su propio camino, el camino que a uno lo haga feliz, no quiere decir que sea el correcto para alguien más, por eso la elección de nuestros sueños y proyectos es algo muy personal. Así que anda elige, camina, que aquellas personas que fueron a tu lado, quedarán guardadas en tu memoria, y tal vez, solo tal vez, inspirados por tu decisión, finalmente se decidan a crecer y caminar. Pero mientras tanto, tu tienes que seguir, no puedes pretender ser un niño que solamente sabe gatear, cuando tu alma y tu cuerpo están listos para caminar, para correr, y recorrer. Aprende que elegir un camino es parte de la vida, y despedirte de lo que fue es solamente una etapa de crecer.
Así que hoy elijo el camino incierto, se que a mi lado seguirán algunas personas que se sientan como yo, atraídas por lo nuevo, atrás quedarán otras que fueron parte de mi andar, pero que hoy eligen no avanzar, pero también se que hay muchos otros que seguirán sus propios caminos, y quizás estos vuelvan a cruzarse más adelante. Pero mientras tanto, deseale suerte a esa gente, para que elijan un camino que los colme de satisfacciones, para que nunca dejen de andar. Y al decirlo y despedirte retoma tu paso y vuelve a caminar.
Los caminos siguen, los ciclos acaban, las despedidas no son fáciles, pero en definitiva es más sencillo decir adiós que vivir en un camino que no está hecho para ti. Que vivir una vida dirigida por el pensamiento ajeno, y no por los anhelos propios.
JESSICA WOOLRICH